Así fue el primer Intercambio de Casa de Tatiana y Juan

Tatiana y Juan son miembros de IntercambioCasas.com desde febrero de 2015. Tras vivir su primer intercambio, nos cuentan cómo se decidieron a intercambiar su segunda residencia y cómo vivieron esa primera experiencia.

Hace un año, por motivos laborales, dejamos nuestra vivienda habitual (nuestra vivienda por diez años, donde crecieron nuestros hijos,…) y nos mudamos a otra localidad. Intentamos venderla, ¿pero quién puede vender una vivienda hoy en día?
Conclusión, casa vacía y sin uso. ¿Cómo sacarle rendimiento y utilizarla para que no se degrade?****¿Alquilarla? ¿Intercambiarla? Bueno, al fin y al cabo ellos te dejan su casa; imagino que cuidarán la tuya…¿Será buena idea intercambiar nuestra casa?

¿La cuidarán? Esa es la primera pregunta que te haces cuando se te pasa por la cabeza la idea de intercambiar tu vivienda para ir de vacaciones…

La idea surgió por unos amigos, que empezaron a intercambiar su casa el año pasado; hicieron tres intercambios y no tuvieron ningún problema.

Juan y yo empezamos a darle vueltas a la idea. Teníamos muchos puntos a favor: tenemos tres niños, por lo que para nosotros un hotel es poco funcional; alquilar una vivienda para cinco es caro; y por último, las viviendas de alquiler suelen estar muy poco equipadas, por lo que cocinar, lavar la ropa,… para cinco, es un suplicio.

Contra todas estas ventajas, realmente sólo surge un inconveniente: ¡vamos a meter a unos desconocidos en nuestra casa! Es una decisión que tienes que pensar; y os vamos a relatar lo que pensamos y cómo nos sentimos…

Para empezar, supusimos que las personas que hacen intercambios tienen una mentalidad abierta, parecida en algún sentido a la tuya, y lo cual conlleva cierto respeto –con la idiosincrasia de cada persona- hacia las cosas de los demás. Por otro lado, nos planteamos el primer intercambio como una prueba. Decididos a llevarlo a cabo; nos pusimos manos a la obra.

Una vez registrados, propusimos intercambios y nos propusieron tantos y tantos intercambios, que en diez días ya teníamos ocupadas nuestras vacaciones laborales.

Aquí he de decir que a la hora de buscar acomodo en la casa de otros, cada uno busca una cosa diferente; nosotros, cuando vamos de vacaciones, estamos poco tiempo en casa, por lo que para nosotros el lugar es importante, la casa no tanto. Sin embargo hay otras personas que le dan más importancia a la belleza o al lujo de la vivienda, que al entorno. Allá los gustos de cada uno.

Una vez registrados, propusimos intercambios y nos propusieron tantos y tantos intercambios, que en diez días ya teníamos ocupadas nuestras vacaciones laborales; elegimos los destinos que nos apetecían (dos de playa y otro en Europa, en una zona que no conocíamos), y cerramos el acuerdo con las otras familias.

Tras la primera experiencia, también intercambiaría mi vivienda habitual sin dudarlo; los intercambios tienen un efecto transversal como es el ver tu casa sólo como un bien material; el hogar es donde está la familia, la casa sólo es un lugar; y el lugar se puede cambiar…

Ya hemos disfrutado del primero, en Semana Santa; nos fuimos a Cádiz, a la playa de la Barrosa. Hablamos telefónicamente con la otra familia, y acordamos reunirnos a medio camino para conocernos en persona e intercambiar las llaves.

Y así fue; conocimos a Teresa, Julio, Álvaro y Lucía. Los adultos hablamos de nuestras cosas y describimos como eran nuestras casas y como funcionaba todo, y los niños hicieron lo mismo (¡genial!, que si consolas, que si coches a radiocontrol,…). Estuvimos una hora más o menos en un área de servicio de la autopista cerca de Cáceres, y decidimos que era hora de seguir el viaje, ya que todavía quedaba mucho camino.

Con las indicaciones que nos dieron llegamos a la casa y nos instalamos. Avisamos de que ya estábamos allí y de que estaba todo correcto. El siguiente “trauma” a superar, es cuando la otra familia te avisa de que ha llegado a tu casa; ¡es mi casa! ¡hay unas personas que casi no conozco en mi casa! ¿Les gustará o no será lo que esperaban? Es una sensación rara, que te dura unas pocas horas. Y supongo además, que es una sensación que sólo tienes la primera vez; en junio, en nuestro siguiente intercambio, saldremos de dudas…

Pasamos una semana estupenda de vacaciones junto a la playa; los niños se lo pasaron bomba y disfrutaron de lo lindo; y nosotros conocimos parte de la provincia de Cádiz.

A la vuelta, volvimos a quedar a medio camino (esta vez en Tordesillas, ya que nosotros somos muy madrugadores), e intercambiamos impresiones con la otra familia. Nos dijeron que se lo habían pasado muy bien y que no habían tenido ningún problema. Estaban encantados de que hubiese salido todo bien –también era su primer intercambio- y que se pondrían a buscar el del verano…

Y hasta aquí nuestro relato. Decir que son todo ventajas, que es una forma cómoda y barata de viajar y conocer mundo.

Y puestos a poner alguna pega, debería haber alguna opción de marcar como no disponible por tener cubiertos todos los intercambios que puedes hacer, por ejemplo, en 2015 (ya veis que la única pega es que ¡nos abruman con todas las propuestas que nos hacen!).

Si tenéis dudas, animaros, ¡os enganchará!

¿Os apetece conocer mejor a la familia de Tatiana y Juan?

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