Una de las muchas maravillas del intercambio de casas es que, de pronto, te das cuenta de que has ahorrado unos euros con los que no contabas. Y por eso, gracias al intercambio de casa que hice en Australia y al dinero que me ahorré, pude visitar el arrecife de coral Ningaloo Reef y bucear al lado del tiburón ballena.
Si no pagas alojamiento... Puedes invertirlo en visitas
Imaginemos. Si tenemos que pagar un hotel o incluso un alojamiento de tipo Bed&Breakfast durante varias semanas, son gastos que se van sumando. Sin embargo, cuando intercambiamos nuestra casa, es la clave de una fabulosa experiencia de viaje sin gasto alguno. Ni un euro. Ni siquiera cincuenta céntimos. Ni una monedilla de 1 céntimo. Entonces, ¿qué hacer con ese ahorro? Pues no es tan difícil. Gastarlo, por supuesto. En más aventuras viajeras de las que nos podríamos habitualmente permitir.
Al menos es lo que hice, cuando nos fuimos al oeste de Australia con mi familia. Perth, la capital, en la que establecimos nuestro hogar durante un par de meses, es una ciudad preciosa, un lugar de ensueño con un clima seco y soleado, playas interminables y cantidad de amables australianos que organizan barbacoas a las que invitan a sus nuevos vecinos ingleses de la casa de al lado. Pero el salvaje oeste de Australia ofrece mucho más que Perth: es la frontera con unas tierras que muy pocos han pisado antes, en las que se puede explorar el interior y, lo más emocionante para mí, nadar con tiburones ballena.
Ningaloo Reef
Contrariamente a nosotros, los tiburones ballena visitan desde hace tiempo este destino marino desconocido y sorprendente: Ningaloo Reef. Como mucha gente, nunca lo había oído nombrar antes. Había buceado en el Arrecife de la Gran Barrera, en el Mar Rojo o en las islas Seychelles pero el arrecife de Ningaloo Reef, cerca de una ciudad llamada Exmouth, era desconocido para mí.
Sin embargo es hacia aquí, en la mitad superior de la costa de Australia occidental, que se dirigen estos plácidos gigantes marinos en su migración, como si fueran palomas viajeras. De hecho, son visitantes tan regulares que “Nadar con los tiburones ballena” se ha convertido en una industria próspera en Exmouth, con barcos que salen cada día para que los buzos intrépidos, y algunos podrían decir, totalmente locos, naden en alta mar junto al mayor de los peces marinos, que pesa unas 13 toneladas y puede medir de 4 a 12 metros de largo.
Yo tenía que hacerlo. Pero se suponía que estas vacaciones iban a ser familiares y ¿cómo iba a lograr que mi marido Jafar, que palidece con sólo ver un barco, soporte unas vacaciones en las que el mar ocupara tanto protagonismo?
Resulta que Ningaloo es un arrecife costero, lo que no es el caso del Arrecife de la Gran Barrera y de la mayoría de los arrecifes situados en alta mar frente a costas occidentales. Con lo cual no hace falta barco para ver el coral y los peces. Solo hay que caminar unos metros adentrándose en el mar, meter la cabeza y con eso basta. Por lo tanto, mientras el tiburón ballena nunca sería una opción para Jafar, sí que podía observar corales y peces.
A mi hija Kami, de 30 años, y a su marido Luis les encantaba tanto la idea del buceo en el arrecife como la experiencia del tiburón ballena, así que lo hicimos por nuestra cuenta. Exmouth está a más de mil kilómetros de Perth pero, gracias a nuestra reciente riqueza ahorrada, compramos unos billetes para el vuelo de dos horas, alquilamos un precioso bungaló para nuestra estancia, cogimos un coche de alquiler y aún nos quedaba dinero para gastos. ¡Vaya chollo!
Cómo llegar a Exmouth, Australia
Una vez allí, ni falta hizo disponer de un mapa. Sólo hay una carretera desde el aeropuerto. Se gira a la derecha para ir a Coral Bay, a 150 kilómetros al sur, luego se gira a la izquierda y, media hora más tarde, llegábamos a Exmouth.
Es una pequeña ciudad con calles de casitas achaparradas y tejados de chapa, que se parecen exactamente a las que dibujan los niños en el parvulario. En el noroeste de Australia, las casas han de resistir a los ciclones, lo que deja poco lugar a la estética pero, en el interior, nuestro bungaló era confortable y tenía estilo personal.
Allí la puesta de sol es muy rápida. Hace un minuto el sol alumbraba el horizonte y al minuto siguiente está echando chispas en el mar. Y ya es de noche. Una oscuridad densa, envolvente como el terciopelo y cuajada de estrellas. Pero esas estrellas te están haciendo un guiño, comparten tu emoción por la aventura que te espera. Mañana nos brindaba tantas posibilidades.
¿Iríamos en coche a Turquoise Bay para vivir nuestra primera experiencia en el arrecife? ¿O a Sandy Bay? ¿O a cualquiera de las muchas y maravillosas bahías salvajes que se solapan unas a otras a lo largo de la costa australiana? ¿O exploraríamos el otro lado de Ningaloo, el parque natural Cape, donde desfiladeros y abismos han sido tallados en el paisaje por el tiempo y, sin duda, por el mar? ¿Y que pasaría con los tiburones ballena?
Manténgase conectado para la próxima entrega. Va a ser algo increíble.
Intercambio de casa en Australia