Nota de nuestro Presidente. El intercambio de casas puede cambiarlo todo
Buenos días,
En los últimos meses he tenido la ocasión de conocer a muchos más miembros de HomeExchange / IntercambioCasas que de costumbre, tanto en persona como por email. He aprendido a conocer bastante bien a algunos de ellos. Las conversaciones mantenidas me han vuelto a confirmar uno de mis aspectos favoritos tratándose del intercambio de casas… la importancia de la gente a la que conozco. Ahora estoy buscando la forma de conocer a más miembros e invitarles a conocerme mejor. En este proceso, estoy muy a la escucha de aquellas ideas creativas que permiten mejorar la experiencia y darle una mejor respuesta a lo que esperan nuestros miembros. Espero no ser presuntuoso al compartir la trayectoria que me ha llevado a HomeExchange.com, aunque compartir es precisamente lo que nos reúne y por algún sitio hay que empezar. Por lo tanto, podría empezar aquí, conmigo dando el primer paso…
Da el primer paso: lo puede cambiar todo
Hace veinte años, no lo hubiera creído si alguien me hubiera dicho que haría lo que estoy haciendo ahora. Era un abogado de éxito que facturaba elevados honorarios a un importante bufete de abogados. Me gustaba el desafío intelectual y tenía que viajar a menudo, pero apenas notaba lo que ocurría a mi alrededor. Mi visión del mundo estaba marcada por CNN, las habitaciones de hotel, las conferencias y las cadenas de restaurantes. Mis experiencias culturales se limitaban a salidas al teatro y a la comida italiana. No hubiera empleado la palabra “satisfactoria” en aquel momento para describir mi vida.
Hoy en día, viajo tres meses al año con mi mujer y mis dos hijos. Mi “oficina” está en cualquier parte que disponga de conexión wifi. Somos exploradores felices y nos hemos hecho amigos en todo el mundo. Hemos compartido experiencias que nos han ayudado a definirnos y a mejorar, incluso en nuestra relación con los demás. Nuestros desafíos se ven compensados por valiosos recuerdos.
Hoy, a pesar de sentirme algo desbordado por el hecho de ser multi-tarea, he decidido hacer una pausa -algo que es importante hacer de vez en cuando- y recordar cómo he llegado hasta aquí.
Un camino inesperado
Mi trayectoria cambió de rumbo hace cuatro años, cuando mi padre tuvo que enfrentarse a una grave operación quirúrgica. En aquel momento, mi mujer estaba embarazada de tres meses, de nuestro segundo hijo, vivíamos en Todos Santos, México, y nos estábamos replanteando nuestras carreras profesionales. Vivíamos demasiado lejos para poder apoyar a mi padre y decidimos volver por una temporada a mi ciudad natal, Newport Beach, California, donde podríamos verle y cuidar de él con mayor frecuencia. Sin embargo, no queríamos alojarnos en un hotel con un niño pequeño durante un tiempo indefinido y el precio del alquiler de una casa en una ciudad de costa en plena temporada veraniega iba a resultar prohibitivo. Una noche, mientras estábamos haciendo planes, le pregunté a Eleonora, mi mujer: “¿Qué te parece aquella opción de la web HomeExchange.com, en la que uno está en la casa del otro, y viceversa?”.
Al principio mi mujer era bastante escéptica, pero después de haber leído comentarios de miembros reales y hablado una y otra vez sobre el hecho de si queríamos tener “a un extraño en nuestra casa”, Ellie accedió a hacer una prueba.
Juntos redactamos un email muy pulido, casi como si fuera un currículum para el trabajo de nuestros sueños. Nos describimos y explicamos el motivo de nuestro viaje. Adjuntamos unas cuantas fotos. Intentamos ser sinceros con respecto a lo qué hacía que nuestra casa fuera especial y por qué alguien podría querer descubrir la preciosa ciudad de artistas de Todos Santos. Y mandamos varias propuestas a miembros de HomeExchange del Sur de California.
Al día siguiente encendimos el ordenador y fue como si nos hubiera tocado la lotería. ¡Habíamos recibido varias respuestas positivas, de socios de Malibú, Redondo Beach y Newport Beach!
La primera respuesta que abrí era la de un socio llamado Ed, que vivía en Hermosa Beach. Desgraciadamente, rechazó nuestra propuesta de intercambio, pero nos invitó amablemente a un desayuno en su casa mientras estuviéramos en la zona. Archivé el mensaje para más tarde.
Puesto que lo que más nos interesaba era Newport Beach, abrimos el siguiente mensaje, que decía: “Sí, me interesa intercambiar mi casa de cinco dormitorios en una urbanización de tipo familiar. Tenemos botes a motor y kayaks que pueden utilizar para disfrutar del puerto.”
Organizamos una llamada por Skype con Pam, la dueña de la casa. Resultó de la conversación que Pam había criado a sus tres hijos en esa casa y que estaba buscando descansar. Era artista y había oído hablar maravillas de Todos Santos, que quería conocer.
Un momento que cambia tu vida
Unos tres meses más tarde, en plena alta temporada turística, llegamos a Newport Beach para nuestro primer intercambio, que iba a durar tres semanas. La casa superaba todas nuestras expectativas: situada a menos de dos kilómetros de la vivienda de mi padre, incluso más cerca del hospital en el que se le ingresaría, y aún más cerca de la playa.
Pam se había organizado para estar en casa y darnos la bienvenida a nuestra llegada, quedándose un tiempo en la zona antes de marcharse a Todos Santos. La conexión con ella fue inmediata y nuestra amistad fue creciendo a medida que pasaban las semanas.
Después de la operación de mi padre, que salió muy bien, nos preparamos a volver a México. Dudabamos aún con respecto a nuestras orientaciones profesionales, nuestro bebé iba a nacer tres meses más tarde y nos sentíamos algo estresados. De pronto, antes de marcharnos, recordé la invitación a un desayuno del primer socio que había rechazado nuestra propuesta. Decidimos conocernos. El desayuno se convirtió en almuerzo mientras Ellie y yo contábamos nuestra fabulosa experiencia de intercambio de casa y conocíamos mejor a Ed y a su mujer.
Al cabo de un rato, mi nuevo amigo me preguntó: “Entonces, qué quieres hacer con tu vida?
Me pilló de sorpresa, a pesar de lo cual contesté: “Algo que sea diferente y no implique estar atado a un despacho. Nos encanta viajar”, respondí.
Con una sonrisa, Ed dijo: “Por cierto… ¿Te he dicho que soy el fundador y Director Ejecutivo de HomeExchange.com? Tal vez podamos pasarlo bien mientras buscamos nuevas formas para que más gente disfrute del intercambio de casas?”.
Una semana más tarde, estaba mirando a las olas, intentando procesar los cambios que estaban ocurriendo, cuando Pam se detuvo a nuestro lado. Le conté que había surgido esa oportunidad. Miró el vientre de mi mujer embarazada y preguntó: “Por qué no os quedáis aquí? Mis hijos ya se han marchado y quiero probar algo nuevo. Les he visto crecer en esta casa y ha llegado el momento de que otra familia la disfrute.”
Ellie y yo nos miramos. Aunque no lo hubiéramos hablado, sabía que estábamos pensando lo mismo: era el momento de estar cerca de la familia. Pam y mi mujer se pusieron de acuerdo para pasar de un intercambio a un alquiler de casa.
La carretera por delante
Unos meses después, mi hija Madison había nacido… no te lo pierdas… en esta casa. Estoy seguro de que es la niña más jóven del mundo que haya intercambiado casa. A los pocos días, yo estaba en Ginebra para conocer al otro socio dueño de la empresa HomeExchange (que había vivido una historia muy similar a la mía en su primer encuentro con Ed). Esta vez sí era una auténtica entrevista “para aprender a conocerme”.
Avance rápido hasta cuatro años más tarde. Hoy en día soy el Presidente de HomeExchange y adoro cada minuto de mi trabajo con un equipo que no para de crecer, ocupado en hacer correr la voz de las ventajas de HomeExchange. Me paso meses en la carretera, en encuentros con otros socios de intercambio, periodistas y miembros del equipo en todo el mundo. De hecho, acabo de volver de Berlín, donde di una conferencia en un hotel sobre los cambios rápidos de la industria turística. También tuve la oportunidad de conocer a socios berlineses, visitar museos y comer en unos cuantos buenos restaurantes.
Trabajo en todo momento, pero el trabajo se teje suavemente en mi vida cotidiana. Me gusta tener la posibilidad de cerrar el ordenador y saltar sobre mi tabla de surf por la tarde (gran parte del equipo vive en Europa y, por tanto, las tardes son bastante tranquilas). A menudo escribo mis emails en bañador, en la playa, mientras espero las olas. Muy lejos de mi anterior “estilo de vida de abogado de empresa”, tengo la sensación de estar siempre tomando mini-vacaciones. A veces, mis hijos se sientan en mis rodillas en casa, durante una conferencia por Skype con el equipo, que tiene los mismos valores y apoya el compromiso familiar. Precisamente porque nuestros servicios aportan felicidad a tantos viajeros, entendemos la importancia de darle la prioridad a nuestras familias.
Me resulta cada día más evidente la forma en que nuestras vidas enteras están entrelazadas mediante un hilo común. También sé que no estaría donde estoy actualmente si no hubiera dejado mi casa. No puedes llegar al sitio que te atrae sin ser receptivo a los nuevos pensamientos, las ideas y la gente. Es tan importante aceptar una invitación a desayunar, estar abierto para hablar con los demás, acudir a las invitaciones, compartir tu corta historia (o tu novela), apuntarte a esa clase que te interesa desde hace tanto tiempo, y ver a dónde te llevará.
Gracias a HomeExchange, mis hijos ya han aprendido esta valiosa lección y han podido hacer sus propias observaciones. Una de las raras veces en que nos habíamos alojado en un hotel, mi hijo de seis años me preguntó: “¿Quién de este sitio está alojandose en nuestra casa?” Otra vez, en una situación similar, dijo: “¡Qué pena los niños que viven aquí, no tienen juguetes! ¿No deberíamos dejarles algunos de los nuestros?”
Mi familia y yo tenemos mucha suerte por la vida que llevamos. Hemos intercambiado más de 20 veces en los últimos tres años, con miembros de París, Cerdeña, Ámsterdam, Bozeman (Montana), las islas San Juan, Hawaii y Canadá. La belleza natural que hemos podido presenciar ha sido impresionante, pero los vínculos personales que hemos tejido son lo que más apreciamos.
No hay una receta única que le haya dado forma a nuestras vidas. Sin embargo, hay algo que hemos aprendido: aventúrate fuera de tus zonas de confort y ábrete a nuevas experiencias. Es entonces cuando la magia se produce. Lo difícil es dar ese primer paso y ser receptivo al lugar al que te lleve.
Me encantaría escuchar vuestras historias. Aunque tal vez no pueda contestar a todas, prometo que leeré y apreciaré cada una de ellas. Mi dirección de email es jim.pickell@homeexchange.com.