Turismo genealógico: redefinir la pertenencia a un lugar
“Aquellos que no conocen su historia pasada, su origen y su cultura son como un árbol sin raíces.” — Marcus Garvey
Según los datos del Fondo de población de las Naciones Unidas, en el año 2015, 244 millones de personas, es decir un 3,3% de la población mundial, vivía fuera de su país de origen. Sin embargo, un número muy superior es descendiente de los primeros inmigrantes. Por ejemplo, la población inmigrante de los Estados Unidos en 2015 era de unos 42 millones de personas, pero debemos tener en mente que la mayoría de los norteamericanos y sus antepasados emigraron a Estados Unidos a lo largo de los cinco siglos pasados. Las generaciones actuales se sienten nativas del país, aunque muchas no lo son.
Tampoco es una sorpresa que cada día más gente se pregunte de dónde viene la sangre que corre por sus venas. Por ello un número creciente de viajeros, en gran medida nacidos durante el baby boom y que alcanzan la edad de la jubilación, se desplazan para descubrir los lugares en los que el árbol genealógico familiar ha echado sus raíces. Mediante este proceso han creado un nicho turístico totalmente nuevo, llamado turismo genealógico, que el Fondo nacional para la Preservación Histórica define como “viajar para descubrir aquellos lugares, utensilios y actividades que representan auténticamente la historia y los pueblos del pasado.”
Annie encuentra a parte de su familia en Trinidad
Le hicimos la pregunta del turismo genealógico a la comunidad de HomeExchange y nos llegaron fantásticas historias muy alentadoras. Sin embargo, la más fascinante de todas fue probablemente la de Annie Lalande, que vive en Canadá y nos cuenta la búsqueda de su padre biológico en Trinidad.
En sus propias palabras:
“En enero de 2012, pensé seriamente en la posibilidad de buscar a mi padre biológico. Entonces creía que me bastaría con ir a Trinidad, dirigirme al Departamento de Estadística gubernamental y buscar en base a los elementos de que dispongo. Mi madre me había dicho que su nombre era Nolé, que había venido a Canadá en 1974 para trabajar en la construcción y que tenía una niña pequeña.
Lo que vino después empezó realmente cuando consulté la página web HomeExchange.com (mi familia había hecho intercambios una vez al año, esencialmente en Canadá, en los últimos cuatro o cinco años). Mientras había miles de casas de intercambio en Canadá, sólo dos estaban registradas en Trinidad.
Por supuesto, contacté a los dueños de ambas casas y esperé que hubiera suerte. La primera respuesta, muy rápida, fue para rechazar mi propuesta. En cambio, la otra persona, Lorraine Rostant, , manifestó su interés. De hecho, en uno de los emails, como intuyó que iría a Trinidad con o sin intercambio, me preguntó cuál era el motivo de mi visita.
Decidí compartir mi historia con ella, algo que no solía hacer en aquel momento. Le conté que mi padre biológico había estado en Canadá y conoció a mi madre en una pequeña localidad alejada de todo, entre Ottawa y Montreal. Pasaron unos días juntos y luego él se marchó a su país.
Quién hubiera pensado que, entre las miles de ofertas de la web HomeExchange, ¿la persona que escuchó mi historia tenía su propia agencia de publicidad? Rápidamente me sugirió que pusiera un anuncio en el periódico. Lorraine también consiguió un artículo en un periódico local.
Luego habló de mi búsqueda con una amiga suya, Judy Alcantara, que es una personalidad famosa en la televisión de Trinidad. A Judy le inspiró la historia y le sugirió a Lorraine que hiciera un documental sobre mi búsqueda.
Para no alargarme demasiado, diez días más tarde, la última noche de nuestra estancia en Trinidad y después de grabar muchas imágenes, recibimos una llamada de una mujer que estaba segura de que su primo era mi padre biológico. A los veinte minutos estaba hablando con Knolly que, unos meses más tarde y tras haber realizado una prueba de ADN, resultó ser mi padre biológico.
Aún recuerdo el día: el 6 de julio de 2012. Me había levantado temprano y estaba consultando mis emails: los resultados de la prueba de ADN estaban ahí, pero no los abrí de inmediato. Imaginé… si es él, ya no hay marcha atrás, tengo que vivir con este nuevo hombre en mi vida. Pero si no lo es, tendré que volver a empezar toda la búsqueda.
Curiosamente, en ese mismo momento recibí un mensaje del hijo de Knolly. Había llevado a cabo su propia prueba de ADN en paralelo a la mía. Recibimos el mismo resultado el mismo día y en su mensaje me decía sencillamente: “Bienvenida a la familia”.
Lo más difícil fue contárselo a mi madre. Mientras estábamos en Trinidad, le diagnosticaron un cáncer en estado avanzado. Nos dejó unos meses después, pero me alegré de haber encontrado valor suficiente antes de que muriera para decirle que había localizado a mi padre biológico. Creo que le aportó un poco de paz.
Judy terminó Una niña de dos mundos, , el documental de cincuenta minutos que relata mi viaje. Se presentó por primera vez en Trinidad el 17 de septiembre de 2013, poco después de que se publicara un artículo sobre mi historia en la prensa local.
Mi madre se lo perdió por apenas unos meses. Le habría encantado. Volví a Trinidad para la presentación del documental y Knolly también estaba allí. Pude recordar fácilmente los meses anteriores a esta aventura, cuando sentí que algo me llamaba con fuerza para que todo aquello ocurriera, para buscar y tentar la suerte, aunque todo pareciera estar en mi contra”.
**¡Nunca se sabe qué puertas del turismo genealógico pueden abrirse con un intercambio de casas! **
¿Conoces alguna curiosa historia de turismo genealógico que esté relacionada con IntercambioCasas? Nos la puedes contar aquí debajo en los comentarios.